junio 18, 2007

Para Arturo,
Porque también sé ser feliz!


Cerré los ojos para dedicarme a sentir como el ritmo de la música regulaba no sólo la cadencia de mis caderas, sino también mi corazón. Una cascada de sudor bajó por mi frente para refrescar mis senos y mi espalda. Tu cuerpo cercano me enseñó nuevos movimientos, nuevos giros, otras posiciones…
Tus manos posadas sobre mi cintura me atraían con fuerza hacia ti, mesurando el juego que habíamos iniciado. Pude sentir que volábamos por la pista, ¡Caray, como me gusta bailar!


1 comentario:

ceguera marchando dijo...

Algunos dicen que bailar es la realización vertical de un deseo horizontal. Yo digo: ¡qué mejor! Bailando se olvida que en algún momento quisimos encontrar la felicidad, en ese instante, la tenemos.

Un beso, Valkiria