junio 06, 2007

Hoy me perdiste un poquito...

Comencé a darme cuenta cuando me percate de la mancha de sangre en mi blusa, justo a la altura de mi corazón. Lo confirme en el momento en que presencie como la mirabas: noté lujuria en tus ojos, algo que yo no había despertado en ti desde hace mucho tiempo. Tus manos se posaron en su cintura con una ternura desquiciante; tuve que salir corriendo con mi dolor a cuestas.

Esta vez las cosas habían cambiado: tú me habías cambiado.

1 comentario:

Arturo J. Flores dijo...

Eres breve pero contundente prima. El dolor siempre nos vuelve creativos pero ¿no has intentado escribir cuando eres feliz?
Estoy seguro que lo harías bien, también.
Un saludo al rockstar que vive en la habitación junto a la tuya...