febrero 12, 2008

Dormir contigo

Cada vez que se metía en la cama con su esposa pen­saba en que su amante se lo imaginaba metiéndose en la cama junto a su esposa. Cada vez que pensaba aquello, sentía vergüenza y precisamente por eso pretendía dis­tanciar lo más posible en el espacio la cama en la que dormía con la esposa de la cama en la que hacía el amor con la amante. Milan Kundera. La Insoportable Levedad del Ser.
¿Terrible verdad? Y sin embargo es asombrosamente cierta. Cuando llego a casa, después de pasar una velada jurándonos amor eterno, lo primero que hago es tomar un baño. No me malinterpetes amor mío, no es para quitarme el sabor de tu piel que dejas en mí: lo necesito para descansar. Me alejo intencionalmente de todo, sólo para poder acercarme a ti. Busco incesantemente pretextos para salir y llamarte, decirte cuanto te amo y que ya no puedo vivir más sin ti.

Sin embargo, ineludiblemente cae la noche y la condena que contraje hace algunos años llega inexorablemente: dormir con mi esposa y no contigo. Intento burlar el hábito de rodear tus curvas, de hurgar con mis dedos todas tus profundidades, de humedecerte con mi lengua; no obstante, al primer contacto, mis dedos reconocen el equívoco, no eres tú, es ella; y sucumbo bajo las sábanas, resguardándome de cumplir una promesa otorgada al inicio de todos los tiempos.

Te extraño amor mío...

febrero 02, 2008

¿Lo fugitivo permanece?



Hastío, soledad, desamor, frustación: caldo de cultivo para mi dolor y para escribir (de ti)

A pesar haber vivido una de mis mejores lunas de miel, otra de las ventajas de haberme casado más de una vez, nuevamente padezco la resaca que sobreviene después de una borrachera -aunque ésta sea de amor-.

Tu sudor se desevance y los besos que me diste se borran con el agua que recorre mi cuerpo; a la que me abandono apenas te vas de mi cama. También he intentado, con regular éxito, desprenderte de mi corazon, borrar cualquier huella de que estuviste aquí, conmigo, en mí.

De sobra sabes
que eres la primera
que no miento si juro que daría
por ti la vida entera, por ti la vida entera.
Y sin embargo un rato cada día
ya ves
te engañaría con cualquiera
te cambiaría por cualquiera.


Caray ¡cuanto te amo! ¡como dueles!