¿Terrible verdad? Y sin embargo es asombrosamente cierta. Cuando llego a casa, después de pasar una velada jurándonos amor eterno, lo primero que hago es tomar un baño. No me malinterpetes amor mío, no es para quitarme el sabor de tu piel que dejas en mí: lo necesito para descansar. Me alejo intencionalmente de todo, sólo para poder acercarme a ti. Busco incesantemente pretextos para salir y llamarte, decirte cuanto te amo y que ya no puedo vivir más sin ti.Cada vez que se metía en la cama con su esposa pensaba en que su amante se lo imaginaba metiéndose en la cama junto a su esposa. Cada vez que pensaba aquello, sentía vergüenza y precisamente por eso pretendía distanciar lo más posible en el espacio la cama en la que dormía con la esposa de la cama en la que hacía el amor con la amante. Milan Kundera. La Insoportable Levedad del Ser.
Sin embargo, ineludiblemente cae la noche y la condena que contraje hace algunos años llega inexorablemente: dormir con mi esposa y no contigo. Intento burlar el hábito de rodear tus curvas, de hurgar con mis dedos todas tus profundidades, de humedecerte con mi lengua; no obstante, al primer contacto, mis dedos reconocen el equívoco, no eres tú, es ella; y sucumbo bajo las sábanas, resguardándome de cumplir una promesa otorgada al inicio de todos los tiempos.
Te extraño amor mío...