junio 24, 2008

Después de una larga ausencia...

Han pasado más de tres meses desde la última vez que abrí mi corazón de par en par, para que cualquiera pudiera asomarse. Durante más de un año este ha sido el lugar de mis confesiones, he acudido nostálgica, feliz, pero sobretodo, cuando padezco mi soledad.

Ese término que a veces se antoja para la instrospección, pero que otras veces pesa sobre mi pecho, y me obliga a despertarme a mitad de la noche tratando aprisionar un poco de aire para seguir respirando...

No sabes lo que han sido para mí estos últimos meses, y creéme que no hay que ser Einstein para saberlo. Te reitero la promesa que te hice: has transformado mi mundo, desde hace algunos meses soy otra; me he descubierto fiel, leal a un compromiso, completamente entregada a alguien; pero sobretodo, dispuesta a abandonarme al amor (o al desamor). Bien dices que el amor sin locura no es amor -aunque sé que esa frase es de alguien más-.

Pero para mí es importante decirte esto que no me atrevo a hacer de frente: ¡me dueles! Me duele no dormir contigo, siento una extraña laceración en el pecho cuando pienso en ti y no estás a mi lado; y no tengo otra alternativa más que odiarte sordamente por tu recurrente abandono, por la inexorable lentitud con la que pasa el tiempo para que estemos juntos; y aún cuando la mayor parte del tiempo pienso en que estoy dispuesta a abandonarlo todo por ti, hay otras -las menos- en que creo que el dolor es insufrible y no es una opción. (y sin embargo te amo)