abril 26, 2007

Recorriéndote (Gioconda Belli)



Quiero morder tu carne
salada y fuerte,
empezar por tus brazos hermosos
como rama de ceibo,
seguir por ese pecho con el que sueñan mis sueños
ese pecho-cueva donde se esconde mi cabeza
hurgando la ternura,
ese pecho que suena a tambores y vida continuada.
Quedarme allí un largo rato
enredando mis manos
en ese bosquecito de arbustos que te crece
suave y negro bajo mi piel desnuda
seguir después hacia tu ombligo
a ese centro donde te empieza el cosquilleo,
irte besando, mordiendo,
hasta llegar allí
a ese lugarcito
-apretado y secreto-
que se alegra ante mi presencia
que se adelanta a recibirme
y viene a mi
en toda su dureza de macho enardecido.

Bajar luego a tus piernas
firmes como tus convicciones guerrilleras,
esas piernas donde tu estatura se asienta,
con las que vienes a mi
con las que me sostienes,
las que enredas en las noches entre las mías
blandas y femeninas.
Besar tus pies, amor,
que tanto tienen que recorrer aún sin mí
y volver a escalarte
hasta apretar tu boca con la mía
hasta llenarme toda de tu saliva y tu aliento
hasta que entres en mí
con la fuerza de la marea
y me invadás con tu ir y venir
de mar furioso
y quedarnos los dos tendidos y sudados
en la arena de las sábanas.

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